Una persona se suicida cada dos horas y media, 10 personas mueren al día, 3.569 personas fallecieron por suicidio en España en 2016 (2662 varones y 907 mujeres).
Estas cifras han sido publicadas por el “Observatorio del Suicidio en España” el pasado mes de diciembre de 2017 y hacen referencia al año 2016. A pesar de ser unas cifras muy altas, se produjo una disminución del 0.9% en comparación con el pasado año 2015.
El Suicidio es la mayor causa de muerte no natural en España. Se producen muchísimos más fallecimientos por suicidio que por accidentes de tráfico ¿Cuándo fue la última vez que los medios sociales se hicieron eco de estas cifras? ¿Tienes algún recuerdo de haber visto cómo estos datos encabezan el telediario de la cadena televisiva de turno? Quitando la campaña que se hizo el pasado día 10 de septiembre por tratarse del día mundial para la prevención del suicidio, no se presta la suficiente atención a estos preocupantes hechos.
¿Apología del suicidio o información para la prevención? Como siempre se ha dicho, la información es poder. El poder puede ser positivo o negativo, pero esta cara de la moneda depende del uso personal que hace cada individuo del mismo.
Hace mucho tiempo que se lucha por aumentar la alarma social ante la tentativa de suicidio y el suicido consumado, pero ¿cómo vamos a conseguir concienciar a nadie si no podemos hacer uso de los datos que tenemos en nuestras mano? Si intentamos llegar al razonamiento sobre por qué no se ha informado a la población debidamente cuando alguien se suicida o por qué no se muestran las cifras tal y como son, resulta que durante muchísimo tiempo se ha pensado que facilitar estos datos a las personas de a pie era hacer una campaña propagandística para que llegásemos a la conclusión de que el suicidio es la solución definitiva, como si la idea de quitarse la vida fuese una invención del siglo XXI.
Desde 2010, se ha producido una tendencia al alza del número de suicidios hasta llegar a 2015, año en el que se produjo una estabilidad de las cifras y una pequeña disminución con respecto a 2016.
Si buscamos cifras oficiales con referencia a los hechos sucedidos en la sociedad Española en el año 2010, vemos que, si nos remontamos dos años atrás (2008), es cuando se data el comienzo de la depresión económica española más importante vivida en las últimas décadas. ¿Casualidad o motivo sine qua non?
Dentro de las muertes por causas externas en España en 2016, podemos observar que los accidentes de tráfico y vehículos a motor se llevaron la vida de 1.890 personas en nuestro país. Si comparamos las 3.569 personas fallecidas por suicidio con las 1.890 personas fallecidas por accidentes de tráfico, vemos que esta primera causa es un poco más de la mitad que la segunda. Evidentemente, no se quiere hacer entender en este párrafo que debemos dejar de prestar atención a los accidentes de tráfico, sino que deberíamos destinar los mismos recursos a hacer campañas de prevención contra el suicidio por ser una problema tan real como el de tráfico.
Según señala el Observatorio del Suicido en España, “mientras que las políticas preventivas como las del tráfico o la violencia de género parecen haber conseguido disminuir las víctimas por ese motivo (44% y 30% respectivamente), en España faltan todavía planes o estrategias de prevención del suicido que también puedan disminuirlo”.
Parece ser que sabemos cómo hacerlo bien, así que debería haber llegado el momento de pasar a la acción para prevenir el suicidio y conseguir una disminución de las cifras tan notable como en los dos ejemplos anteriormente citados.
Otras cifras relevantes aportadas a través de este estudio, nos señalan que la mayoría de los suicidios se producen en varones, que el riesgo aumenta con la edad y que el rango de edad de esta práctica se encuentra entre los 40 y 59 años. Sabemos que se tratan de edades críticas, ya no solo por las crisis personales que se desarrollan con mayor frecuencia en la edad adulta avanzada, sino por la gran carga de responsabilidades familiares y económicas que se tienen en esta etapa de la vida.
Por señalar algún otro dato significativo, si nos fijamos en los métodos de suicidio utilizados en mayor medida, observamos que el suicidio y estrangulamiento es elegido en casi la mitad de los casos. Que eso sea así nos indica el grado de sufrimiento emocional al que ha sido sometida la persona y el gran convencimiento que tuvo a la hora de llevar a cabo el suicidio. El suicido es el punto más alto de un largo camino recorrido en medio del cual podríamos haber hecho algo si estos individuos hubiesen podido disponer de la suficiente información acerca de los recursos que existen y que están ahí por y para ellos.
Para finalizar, me gustaría señalar algunos falsos mitos sobre el suicidio. Prejuicios o una mala fama extendida que emborrona la trayectoria de la persona que ha tenido este trágico final:
- NO existen los intentos de suicidio; el que quiere hacerlo, lo hace. Pueden encontrarse en una situación ambivalente: desearían acabar con su vida si las cosas no mejoran pero tienen la esperanza de conseguir ser felices.
- Aquel que se suicida es un COBARDE. Ni la cobardía ni la valentía pueden cuantificarse en función de intentar quitarse la vida o no. Son personas que sufren.
- Quien se quiere suicidar NO SE LO DICE A NADIE. Un gran porcentaje de personas que se suicidaron, dejaron entrever sus intenciones.
- Solo se trata de LLAMAR LA ATENCIÓN.
- Hablar del suicidio con una persona que quiere hacerlo es TENTARLE A QUE LO HAGA. Hablar sobre el suicidio reduce el riesgo de este.
“Cuando la vida te presente razones para llorar, demuéstrale que tienes mil y una razones para reír“.
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